Tras la conquista del rey Jaime I, Valencia inició una nueva etapa. La ciudad constituyó el núcleo fundador del nuevo Reino de Valencia. Durante el Trescientos Valencia padeció graves contratiempos como revueltas, la peste negra y diferentes guerras que desequilibraron la vida cotidiana de la ciudad, pero superó el bache gracias a la dinámica económica ascendente. Por ello, el siglo XV fue un Siglo de Oro para la ciudad. Sin embargo, este esplendor se rompió a principios del Quinientos a causa de las dificultades financieras y la crisis del sistema gremial.